OUTSIDER

Cuando el ruido del mundo se disipe, escucharás la verdad.
sufrimiento-presencia-amor-conciencia.
Solo puede ser amenazado aquel que cree esta separado.
inconciencia-dolor-miedo-persepcion.
Lo que más anhelábamos estuvo oculto tras falsas percepciones. Inconscientes, por aquel dolor arraigamos y consolidamos barreras. Pero fueron esas mismas las que nos aprisionaron y lastimaron. El dolor que sentimos dependía de cuán aislados y atrapados nos hallábamos en esos resguardos de temor. La oscuridad ya era tanta que aquel golpe agrietó las paredes, a tal punto que pudimos estar y observar sin aquello que nos privaba. Entonces, nos encontramos como hacía mucho no lo estábamos: libres, inocentes. Con aquel golpe, nos reencontramos sin barreras ni miedos. Comprendimos que sufríamos en ese encierro, en bucles de dolor y oscuridad al blindarnos cada vez más. Así, la rendición nació. No de derrota, sino de humildad. Entendimos que, con nuestros miedos y entendimiento, no hallaríamos libertad. Y fue entonces, inocentes, que cedimos el mando. No supimos el rumbo, pero con fe nos entregamos: a la vida, a la muerte, a lo sublime que en ese instante hacíamos externo: a Dios. Confiamos en que Su amor, más allá de nuestra comprensión, nos transformaría mejor que cualquier lucha en soledad. En ese estado de entrega, las barreras que nos impedían ver más allá se desvanecieron. Entonces, con claridad, comandó el corazón; como un portal, conectó y mostró nuestra luz — esa que nos ilumina y, en el presente, nos une a la corriente divina— trayendo consigo calma, gracias a su plena sabiduría. Aceptando su invitaión para fluir con la esencia y la única verdad, nos llenamos de luz: de aquella existencia inefable que ES en todo, que ES en ti (AMOR). Reconocimos que el amor era lo que primaba y, nos entregamos a ser con lo que nos sostiene, a conectar con lo que ES, para en nuestra plenitud, no seguir alimentando el miedo. Y en aquella entrega serena, llena de certeza (fe), confiamos plenamente en la sabiduría del amor y gozamos de su guía para florecer, como la vida y el amor lo hacen: en paz.