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lazo
Cuando la razón se entrega a la magia,
cada nudo se desata,
y en su suave caída,
se abre el paso a la libertad.
En cada curva vibra el misterio,
aquel que la razón no logra entender.
Pero el corazón —que en las curvas late más fuerte—
su amor logra ahora compadecer.
Por ese pulso, ya sin dilema,
el enigma deja de ser problema.
Aunque la razón no trace el sendero,
se rinde al amor, sincero y verdadero.
Y aunque no entienda su entero poder,
se anima a sanar… y empieza a creer.
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